En entradas anteriores ya mencionamos que la MDMA es una droga que produce una acumulación de serotonina en el espacio sináptico. Pero, ¿cómo ocurre este proceso?
Pues bien, lo que sucede es que las moléculas de MDMA se unen con los transportadores de serotonina. Este hecho es lo que produce el bloqueo de la recaptación de serotonina, y como consecuencia su acumulación en el cerebro. Además, es capaz también de incrementar su liberación.
Fisiológicamente, estas grandes cantidades de serotonina en el espacio sináptico son las que ponen en manifiesto los efectos placenteros tales como la euforia, desinhibición o hiperactividad.
Para entender mejor todo esto, vamos a ir explicándolo poco a poco con imágenes:
1. En primer lugar, una vez liberada la serotonina en el espacio sináptico se une con sus receptores correspondientes en la neurona postsináptica.
2. Después de que el impulso eléctrico haya podido continuar su camino gracias la unión anterior, la serotonina se separa de sus receptores. Para ello se une a proteínas transportadoras que la devuelven a su lugar de origen en la neurona presináptica.
3. El problema viene cuando interfiere en este proceso el MDMA, el cual se une a las proteínas transportadoras, bloqueando así la recaptura de serotonina.
Posteriormente, después de este aumento de serotonina en el espacio sináptico, ésta es degradada por enzimas y, por tanto, se produce un descenso de su concentración. Este descenso se corresponde con el bajo estado de ánimo en los días posteriores a su consumición.
Como podéis comprobar, ocurre algo similar con el caso de la cocaína, la cual interrumpía el proceso de reciclaje de catecolaminas.
Por último, cabe destacar que el MDMA no solo interactúa con la serotonina. Esta droga es capaz también de aumentar la actividad de otros neurotransmisores, como son la dopamina y la norepinefrina, los cuales juegan un papel muy importante también en el estado emocional.
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